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domingo, 20 de diciembre de 2015

Aprender sin esfuerzo

El deporte exige un notable esfuerzo. Nadie lo duda. Es una actividad competitiva que precisa una férrea disciplina, sobre todo en los niveles superiores. La revolución científica y tecnológica en que estamos embarcados desde hace decenios también ha supuesto un enorme esfuerzo mental y laboral. El hombre ha logrado vencer la fuerza de la gravedad con la aviación y la navegación espacial; ha acortado las distancias con los ferrocarriles y automóviles; ha levantado rascacielos, construido presas, allanado montañas, descubierto artilugios que han revolucionado las comunicaciones y la sanidad.
Sin embargo, cuando de aprender se trata en escuelas primarias, medias y universitarias, todo ha de tornarse juego, divertimento, ligereza, suavidad... como si los conocimientos pudieran entrar en el cerebro por ósmosis. Este planteamiento tan rusoniano, tan edulcorado trae como consecuencia no aprender casi nada. Se estabula a los niños y jóvenes, se les pasa la mano por el hombro (metafóricamente), pero asimilan poco. ¿Quién escribió La Celestina? ¿Cuándo empezó la Edad Media? ¿Qué dice el teorema de Pitágoras? ¿Qué es una república? ¿Cuál es la capital de Bolivia? Nada de nada.
Si para entrenar el cuerpo, darle mayor elasticidad, evitar la obesidad y el sedentarismo se necesita esfuerzo, ¿por qué no ha de precisarse para aprender, para ordenar la memoria, para argumentar, para pensar, para interpretar, para criticar? ¿Es que la mente es un vapor gaseoso que se rellena con bebidas isotónicas?
Leer es ascender por el monte de la abstracción desde el valle de la imagen. Leer, la llave del conocimiento escolar, exige esfuerzo, superar la distracción, ir más allá de la imaginación, desarrollar el pensamiento abstracto, pensar conceptos, enhebrar argumentos...
Sin esfuerzo no hay lectura, ni comprensión de textos, ni asimilación de conocimientos. No hay formación, ni aprendizaje.
El miedo al esfuerzo es miedo a la vida. Es ignorancia de la naturaleza humana: un combate entre razón y pulsión, entre pereza y diligencia, entre ignorancia y sabiduría, entre ciencia y opinión.




sábado, 19 de diciembre de 2015

El nombre exacto de las cosas

¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas...

¡Intelijencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!

Juan Ramón Jiménez
Eternidades (1918) 


 El nombre exacto de las cosas. Y el nombre exacto de Navidal, Nadal, Natale es Natividad, nacimiento, generación. La navidad es una fiesta del nacimiento, de la renovación, de la novedad, de la recreación.
Pero la Navidad conmemora el nacimiento de Jesús en Belén hace 2015 años. La fiesta es muy relevante porque nuestro cómputo de años parte de su nacimiento. Es lo que se llama un cambio de la historia, un antes y un después.
La vida de Jesús ha inspirado dos modelos antropológicos muy productivos: el del santo y el mártir. Primeros modelos en los que varón y mujer están en igualdad de condiciones. Pues el héroe homérico, el campesino hesiódico, el atleta pindárico, el filósofo socrático y el orador romano son fundamentalmente masculinos.
El santo y el mártir democratizan lo heroico, reservado hasta entonces al estamento aristocrático. Para ello, sustituye la fama social por el aplauso divino. El santo no se sentirá tentado por el suicidio si fracasa, si es rechazado por la tribu, pues sabe que sus fracasos tienen fecha de caducidad para la misericordia divina. El santo puede convertir en heroico lo prosaico, pues no es la gesta, sino el amor lo decisivo.
En la historia universal el papel de santos y mártires ha sido decisiva. Piénsese en San Agustín, San Benito, San Patricio, San Cirilo, San Metodio, San Francisco, Santo Tomás Moro o San Juan Pablo II. Y Santa María ha sido la mujer más imitada y ensalzada, hasta el punto de no poder establecer cuál es la segunda.
Otros modelos antropológicos como el caballero medieval, el cortesano renacentista o el discreto barroco poseen elementos cristianos. San Agustín y otros no pocos han integrado en su santidad al filósofo socrático y al orador romano.
Estas y otras razones hacen que el nombre exacto de la Navidad nos lleve a realidades fundantes que van más allá de los buenos sentimientos.





sábado, 12 de diciembre de 2015

El ladrón y la tribu

Ahora a los ladrones los llaman corruptos, y a robar, estar corrompidos. Ladrones ha habido siempre, máxime entre quienes tenían más posibilidades de hacerlo, por disponer de más bienes a su alcance. Robar es malo, y peor si se roba de lo común, de lo público, de lo de todos. De ahí que políticos y gobernantes tengan un especial deber de ser honrados. Pero, ¿quién habla de honradez, quién habla de virtudes y vicios, quién habla de esa cosa tan simple de "hacer el bien y evitar el mal"? Apenas se nombra la honradez. Aquí solo se habla de saber inglés, de saber adaptarse a los cambios, de insertarse en el mercado laboral... proclamas rusonianas que obvian el carácter libre y responsable, moral de cada persona. Como mucho, se habla de educar en valores, un concepto abstracto que escamotea el único modo, desde Adán y Eva, de ser mejor persona, a saber, cultivar hábitos operativos buenos, o sea, virtudes.
Con las habilidades de una educación de homo habilis, con el inglés y con la inserción en el mercado, no se combate el irrefrenable deseo de poseer que anida en el corazón humano.
Por lo demás, el mapa social se dibuja en dos grandes tribus (divididas a su vez en subtribus), la tribu de la derecha y la de la izquierda: los buenos y los malos o los malos o los buenos. En un alarde de agudeza intelectual, la sociedad se puede distribuir también en dos grupos: los progresistas y los retrógrados. Si estás en la tribu de los buenos, eres bueno; si estás en la tribu de los malos, eres malo. Por supuesto, en este esquema, la moral personal, la honradez personal, las virtudes... son incomprensibles. La cultura contemporánea ha consagrado como sujeto social el grupo, el partido, el colectivo, la clase, la placa tectónica, la manada de homínidos adaptándose a los cambios... un paradigma completamente extraño, por cierto, del reivindicado por personajes de la talla de Sócrates, Platón, Aristóteles, Cicerón, Séneca, San Agustín, Boecio, Vives o Cervantes...
El marco contemporáneo es el maniqueo: fuerzas del bien y fuerzas del mal. Un maniqueísmo inmanente, por supuesto, y encarnado en la sesuda división básica entre izquierda y derecha.



El maniqueísmo antiguo situaba la lucha entre el bien y el mal en un plano cósmico, espiritual. El materialismo contemporáneo lo sitúa en la sociedad visible, pues no cree en lo invisible. Para el cristianismo el bien absoluto (Dios) y el mal completo (infierno: suma de todos los males sin mezcla de bien alguno) no están en este mundo, sino fuera de él, de modo que el bien y el mal andan mezclados, aun en cada persona. Pero el cristianismo es trascendente. El materialismo inmanente necesita sacralizar y demonizar elementos de este mundo. Por ejemplo, Hitler es Satán, el Estado o la democracia son dios, la derecha es el infierno... e così via...
Pero aun así, no puede negarse la corrupción y se siente el impulso de combatirla. Obstáculos, a mi juicio, de la lucha contra esta corrupción son:
a) un Estado fagocitador que cada vez engrandece su tesoro y ofrece más posibilidades de enriquecerse a sus administradores
b) la multiplicación hasta el infinito del número de políticos, afán de esas oligarquías llamadas partidos
c) que el único mérito exigido a un político sea ser amigo del que confecciona la lista. El trabajo de político es el único que no precisa currículum, a pesar de ser el encargado de administrar los fondos públicos y de regir la cosa pública.

El problema no radica en que la sociedad esté dividida en tribus (siempre lo ha estado) sino que esté dividida solo en dos tribus y sin referente moral alguno: una vanguardia y una retaguardia de un proceso determinista en que la persona humana (el epicentro del humanismo grecolatino y cristiano-renacentista) se esfuma.
Desde este esquema estructural darwiniano-materialista se hace difícil comprender y combatir el mal que cada individuo está inclinado a cometer.



lunes, 7 de diciembre de 2015

Nuevos pecados capitales

Se puede ser inmoral, pero no amoral. Un humano amoral es un psicópata, un monstruo. Porque el hombre es consciente y libre, ignorante y débil. Un ser sediento de bien y experimentador del mal. Un ser metafísico, que es, pero que aspira a ser más o mejor. Alguien viviente en un ser en perspectiva de un deber ser, en función de un modelo antropológico, sea héroe, honrado campesino, santo, caballero, mercader o técnico.
De manera que puede aceptarse una moral u otra, pero es difícil vivir al margen de moral alguna. Hasta los grupos terroristas poseen su "código ético".
Una prueba irrefutable del sentido del bien y del mal la verifica el sujeto pasivo, que deja de ser relativista si es golpeado, vejado, robado o engañado; entonces clama por el respeto a la integridad física y moral, el derecho a la propiedad o el cumplimiento de lo pactado.
Se pueden considerar "desfasados" los siete pecados capitales (soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza), pero no es probable que se dejen de señalar determinadas conductas como pecado, mal, daño... Al no poder negar la existencia del mal, surge la necesidad de señalarlo y estigmatizarlo.
Algunos pecados con vigencia social en nuestro mundo son la obesidad, el tabaquismo, el machismo, la homofobia y la "ademocracia" (rechazo de la democracia).


El problema de la ética fragmentaria, oportunista, reduccionista y unilateral es que incurre en muchas contradicciones, al desgajarse de un árbol antropológico y de una savia vivificadora.

La obesidad es negativa; pero más aún esa publicidad que presenta delgadeces de salón de belleza; idealizaciones que perturban la aceptación del propio cuerpo y patologizan la nutrición.
El tabaco es dañino, pero no se sostiene que el Estado reciba con una mano los beneficios de la venta de tabaco y con la otra gaste dinero público en campañas antitabáquicas.
Si por machismo se entiende la falta de respeto a la mujer en múltiples actitudes, hay que condenarlo; pero también es condenable un feminismo que niega el hecho diferencial femenino y masculiniza a la mujer.
La homofobia es ejemplo de palabra inventada, esto es, de manipulación lingüística. Se pasa de la exigencia de respeto a las personas homosexuales (respeto irrenunciable) a la exaltación del modelo antropológico sexual de estilo dogmático. Todas la personas son respetables pero, desde luego, todas las ideas (también las de la ideología de género), discutibles.
El establecimiento de la política como religión y de la democracia como su propio culto ha producido la sacralización de la democracia, que no es otra cosa que un sistema de gobierno. Las objeciones a la democracia (que por supuesto no es concepto unívoco) se perciben como pecado que ha de purgarse con la pérdida del honor con el sambenito de medios de comunicación y deseables penas en la hacienda y en la privación de libertad.
La fabricación fragmentaria de nuevos pecados no resiste la confrontación no ya con el decálogo mosaico, sino tampoco con la Ética a Nicómaco.
Desde el voluntarismo emotivista entregado, en el mejor de los casos, a una razón matemática, y, en los más, a una acción inmediata que solo mira a un resultado presumiblemente útil el diagnóstico sobre el mal, sus causas y su terapia se vuelve imposible.



sábado, 5 de diciembre de 2015

La chistera de los derechos

Todo derecho parte de un hecho. Todo derecho implica un deber.

Si puedo dar clases de literatura en todos los niveles educativos, parte del hecho de que soy licenciado en filología, con certificado de aptitud pedagógica y doctor. Si no tengo derecho a ejercer la abogacía, parte del hecho de que no soy licenciado en derecho. Si no puedo conducir, parte del hecho de que carezco de carnet. Pero si poseo el derecho a dar clases de literatura, también me atañe el deber de impartirla con rigor. Si el racismo carece de derecho, es porque partimos del hecho de que el color de la piel es accidental y no esencial y, por tanto, un blanco y un negro son igualmente seres humanos, más allá de las diferencias morfológicas. Y si hablamos del derecho a la educación, no podemos omitir el deber de aprovecharla. ¿O es indiferente que un alumno se dedique a disparar con su tirachinas al profesor?
Hablar de derechos sin mencionar los deberes correspondientes es demagógico.
Defender derechos sin justificar los hechos en que se fundamentan implica un déficit racional.
"Ampliar derechos" es oportuno cuando responden a hechos. No se pueden ampliar derechos arbitrariamente, como si fueran animalitos que se sacan de la chistera.
"Ampliar derechos" indefinidamente es una espiral de la sinrazón, una posición propia de un niño caprichoso y consentido que desconoce lo que significa la responsabilidad. 

En un reciente debate, el actual secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, resumía así los logros de su partido desde que comenzó el régimen democrático en España: sanidad pública, educación pública, ley de dependencia, ley de interrupción voluntaria del embarazo, ley de memoria histórica, estatuto de los trabajadores autónomos, ley de matrimonio de personas del mismo sexo.

La sanidad pública y la educación pública no son un don concedido por el PSOE, ni aun son invento democrático sino herencia anterior.

Pero esto no es lo que quería destacar. Sánchez llama "avances" a todas estas leyes. Discrepo en dos casos: la ley de interrupción voluntaria del embarazo (¿por qué usa un eufemismo en lugar de llamarla por su nombre?) es un torpedo en la línea de flotación de los derechos humanos. El derecho a matar es el opuesto al derecho a vivir. La espiral de los derechos-chistera sin hechos que los avalen y con el deber esfumado produce esa ley ilegal, ese derecho a lo torcido llamado aborto, que hace incoherentes no pocas proclamas contra injusticias presentes y pasadas que mira hacia otro lado en este caso.
Por lo que respecta a la ley del matrimonio de personas del mismo sexo asistimos a un olímpico desprecio del hecho de que la unión heterosexual, al ser potencialmente fecunda, es sustancialmente (y no solo accidentalmente) diversa de la unión de homosexuales y, por tanto, merecedora de nombre diverso. La ley injusta suele serlo no solo per se, sino por su daño a terceros. 
Sánchez se enorgullece de que el PSOE ha abanderado la España de los derechos y la España de las libertades y ahora defiende la España de las oportunidades. Conviene revisar si todo derecho está legitimado como tal. Y para ello hay que reflexionar sobre los hechos y sobre los deberes. Quizás el Sobre los deberes de Cicerón pueda ser una lectura interesante.








miércoles, 2 de diciembre de 2015

Religión: política; credo: democracia; púlpito: televisión


El humanismo es un corpus de ideas antropocéntricas no cerrado a la trascendencia. Confía en la razón. Escribe diálogos. Aborda la política como Platón en la República, y engendra la Utopía de Moro.
La filosofía moderna produce sistemas cerrados a la trascendencia. Confía en la razón matemática. Escribe tratados.
La Ilustración genera enciclopedias y panfletos. Su afán es la divulgación. Confía en la acción inmediata. Produce utopías políticas.
La Edad Contemporánea, que ha sustituido a los reyes "por la gracia de Dios", por el dios-Estado; la aristocracia, por la burguesía; la cristiandad, por la nación y el mercado; la gracia, por la cultura, ha convertido la política en su religión; la democracia en su credo; y los periódicos y la televisión en su púlpito.
La política, ciencia y praxis penúltima. porque no puede abordar los misterios de la vida y de la muerte, del amor y del dolor, se presenta como clave interpretativa y acción última, y lo invade todo.
La democracia, que es un sistema de gobierno y, por tanto, un camino para la justicia, se convierte en fin, y "demócrata" sustituye a "justo", cuando el procedimiento nunca puede ser suficiente garantía de justicia. Se confunde legitimidad con justicia. Se reprocha a Claudio su usurpación del poder, pero se cohonesta al legítimo Creonte. Se reserva la justicia al régimen, no a la ley.
Los medios de comunicación se erigen en la nueva Biblia. La lectura de periódicos, escribió Hegel, es la oración de la mañana del hombre moderno. La interpretación apresurada (opinión) sustituye a la ciencia. Los medios taponan la salida de la caverna. El hombre vive en la inmediatez de la apariencia con más razones que nunca: una lluvia de noticias que no se puede asimilar. La marea de opiniones provocan el espejismo de que todas las opiniones poseen el mismo valor, o sea, ninguno.
La televisión convierte la vida social en espectáculo. El actor de cine sustituye al sabio, al anciano. La confianza en la acción inmediata es directamente proporcional a la ausencia de discreción, cordura, prudencia y sensatez. La falacia dicotómica izquierda-derecha facilita el no pensamiento. Y el más demagogo aliado con el menos escrupuloso empresario de televisión tiene las de ganar.

martes, 1 de diciembre de 2015

Los idiomas son herramientas


Los idiomas son herramientas. Las herramientas son importantes, pero más importante es el fin para el que se usa la herramienta. El martillo es útil para clavar el clavo, pero está al servicio del clavo, y el clavo al servicio del cuadro. Cuando se mira un cuadro, no se advierte el clavo, ni se recuerda el martillo.
Las lenguas son herramientas, instrumentos para la comunicación. Las lenguas son instrumentos maravillosos, pero el fin es la comunicación.
Saber idiomas está bien, saber comunicar estar mejor. Saber idiomas puede ser útil, pero es más necesario saber algo de algo. Si se sabe poco, la comunicación es pobre, aunque se dominen varios idiomas.
El idioma es camino, método, pero se trata de llegar a un término, en este caso la comunicación. Aun la poesía, palabras vueltas sobre sí mismas, es comunicativa, significativa. Un lienzo lo aguanta todo, un folio no. Si las palabras no comunican nada, el texto se vuelve opaco, acaba en un callejón sin salida.
La vanguardias en las artes plásticas han tenido un largo recorrido; las vanguardias literarias, no. Porque, repito, el lienzo aguanta todo; el folio no. Hay un Museo del Prado y un Museo Reina Sofía. No puede haber un Museo Reina Sofía de la Literatura. La ocurrencia, la boutade, la provocación tienen menos recorrido verbal que plástico.
Saber idiomas está bien; pero saber, a secas, está mejor. Saber, saborear, quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, saber historia, filosofía, literatura, arte. Atar cabos, comprender.